
En muchas escuelas cristianas se habla de Jesús. Se ora antes de las clases. Se enseña Biblia como una materia más. Sin embargo, el gran error de fondo es que Cristo se convierte en un accesorio del currículo, no en el fundamento de toda la enseñanza.
Una educación verdaderamente cristiana no tiene a Jesús como “tema” ocasional, sino como el centro absoluto de todo. Si Cristo no es el fundamento, el edificio educativo se tambalea aunque parezca sólido.
1. Cristo como origen, propósito y sostén de la educación
La Biblia declara:
“Porque en Él fueron creadas todas las cosas… todo fue creado por medio de Él y para Él”
(Colosenses 1:16)
Cristo es el origen de todo conocimiento verdadero, el propósito de todo aprendizaje, y el sostén de todo lo que existe. Educar sin Cristo es como construir un barco sin timón: puedes enseñar contenidos, pero no hay dirección ni destino eterno.
Él es el Alfa y la Omega del aprendizaje. Enseñar sin mostrar a Cristo como el centro del universo es formar a personas “inteligentes” que ignoran la Verdad más importante.
2. ¿Cómo se ve una educación centrada en Cristo?
a) En el contenido:
Cada materia encuentra su sentido en Él. Las matemáticas muestran el orden de Dios. La historia revela su soberanía. La literatura enseña el conflicto del bien y el mal, el quebranto humano y la redención. La ciencia refleja su diseño perfecto.
b) En el proceso:
La enseñanza no es solo para acumular datos, sino para transformar corazones. El maestro ora, intercede, ama y guía con paciencia. La evaluación no mide solo resultados, sino crecimiento y carácter.
c) En la relación:
El aula es un espacio de gracia y verdad. Los estudiantes son tratados como portadores de la imagen de Dios. El maestro modela a Cristo con su vida, no solo con palabras.
3. El peligro de un Jesús decorativo
Muchos centros “cristianos” caen en el error de mencionar a Cristo solo en devocionales, mientras enseñan el resto como cualquier escuela secular. Esto es un sincretismo peligroso. Como dijo Francis Schaeffer:
“No hay parte de la vida que no esté bajo el señorío de Cristo.”
Cristo no puede ser relegado a una clase semanal. Él es el fundamento de todo el currículo, del ambiente escolar, del propósito de educar.
4. Implicaciones para el educador cristiano
Si Cristo es el centro:
- Ya no enseñas para calificaciones, sino para discipulado.
- Tu vida importa más que tu método.
- Cada clase es una oportunidad de adoración.
- Tu autoridad se ejerce con humildad, como la de Cristo.
En resumen: el aula se convierte en un altar. Y tú, educador, en un ministro del Reino.
Versículos clave para meditar
- Colosenses 1:15–20 – Cristo es la imagen del Dios invisible y centro de todo
- 1 Corintios 10:31 – Hacerlo todo para la gloria de Dios
- Mateo 28:18–20 – Enseñar a obedecer todo lo que Cristo mandó
- Juan 14:6 – Cristo es el camino, la verdad y la vida
Recurso recomendado
Libro: The Christ-Centered Classroom – Dr. Kelly Hayes
Una guía práctica sobre cómo cada aspecto del entorno escolar puede reflejar el carácter y propósito de Cristo.
Frase destacada
“Cristo no es un agregado a la educación. Es su origen, su propósito y su sustento.”
Llamado a la acción
Haz una revisión honesta de tu práctica docente. Pregúntate:
- ¿Está Cristo presente solo en los momentos “espirituales”?
- ¿O es Él el fundamento de cada decisión, clase y relación?
Ora, arrepiéntete si lo has dejado fuera, y vuelve a edificar sobre la Roca.
